Noche del Martes

¡Hola!
Pasan los días volando, y no he tenido tiempo de actualizar el blog (mal, mal, mal). ¿Cómo estáis? Ya casi llegamos a viernes y por fin descanso otra vez.

Hoy os quería contar que el martes estuve en el Palau de la Música de Barcelona, en un concierto de Sidonie presentando su relativamente nuevo trabajo, El Fluído García.

Las musas

Me quedé maravillada con la sala de concierto. Nada más entrar, un imponente escenario te recibe desde el lado opuesto a la puerta, con 18 musas que salen de la pared en semicírculo. Con todo el escenario a oscuras (apenas un foco para el cantante), un juego de luces las iluminó y entonces terminé de enamorarme.

Aunque os muestre alguna foto, si no lo habéis visto en directo, no me veo capaz de transmitiros mi sentimiento.


El órgano que preside la sala, imponente, se erige en el centro de la misma.
La acústica del concierto os la podéis imaginar, espectacular. El grupo en sí se curró un show que bien merecía pagar ese precio por la entrada.
En el ambiente flotó un buen rollo increíble entre una multitud muy variada de fans (y no tan fans), algún niño (¿?), algún guiri despistado, alguna pareja de yayos que tuvieron que alucinar con tanta psicodelia y juegos de sonido con bajos y batería...

Os dejo alguna foto (disculpad que olvidé la cámara) para que veáis algo de la velada:

Sidonie bajó del escenario y tocó en acústico  una versión de All I have to do is dream, de Everly Brothers, en medio del pasillo central. Brutal.

Y, como era de esperar, acabó el concierto y las señoritas estábamos muertas de hambre... y como Vía Laietana está está plagada de restaurantes, elegimos un mexicano para picar algo.
Se llama Rosa Negra y tiene una decoración divertidísima: muñecas colgadas en una pared, chanclas en otra. Una barra en L y una mesa alta central para degustar unos mojitos riquísimos, baratísimos y caserísimos.
Encontrar una mesa para cenar es misión imposible en fin de semana e improbable entre semana a menos que... a menos que sean las 11 de la noche y seas la última pareja a la que dejan subir a cenar ;)

 En resumen, una noche perfecta, con una compañía inmejorable, una música divertidísima, una visita cultural espléndida y gastronómica otro tanto.

Ojalá todos los martes fueran como éste. 

¡Brindo por ello!