... pero no por Navidad. Sino por Septiembre. El mes, para mí, más fugaz del año.
De repente, en un abrir y cerrar de ojos, te das cuenta de que se acaba lo bueno. Te ves a ti mismo doblando ropa como un poseso, haciendo maletas y preguntándote cómo hace unos días todas esas cosas cabían en un hueco tan minúsculo.
Sí, ese es el primer síntoma de que se terminan las vacaciones.
Tras unas horas en coche, aeropuertos, autobuses o trenes, te sorprendes abriendo la puerta de tu casa y de repente un bajón te recorre las entrañas, y el moreno se reduce exactamente a la mitad. Curioso, ¿no?
Creo que el moreno se almacena justamente al lado de esos calcetines desemparejados que nunca jamás volverán a aparecer, en un lugar secreto que todos sabemos que existe pero que nadie sabe dónde está.
En fin, por dónde iba... ¡ah sí! Giras la llave, y se abre la madriguera. Y ale, de repente el invierno llega a tu vida. Sí, porque aunque siga haciendo sol, y queden unos días para sacar la chaquetita, tú vacías las maletas, organizas el próximo cambio de armario, te armas a poner lavadoras (aunque tú pensabas que lo traías todo limpio... sí, sí) y te das cuenta de que ese suelo que nadie, y digo bien, NADIE ha pisado durante no sé cuántos días, ESTÁ SUCIO. Tan sucio como si una manada de roedores hubiese vivido en tu casa este mes, montando raves.
Entre lavadora y lavadora barres, friegas, ordenas, tiras, decides si esa camiseta que no te has puesto en todo el verano (porque ni tan siquiera te la llevaste de vacaciones) se volverá a poner de moda, piensas en la lista de la compra (¡oh sí! el frigorífico parece el Polo Norte) y haces una lista mental de amigos a los que sin falta tienes que ver esta semana, los que pueden esperar, a los que preferirías no volver a ver, y de cómo cuadrar tu horario con la cita del dentista que has pospuesto cuatro veces, por no hablar de esa depilación de cejas que NO puede esperar y de la rueda de reconocimiento, inminente, que tienes que hacer cuanto antes al imperio Inditex (que si refresca, a ver qué te pones).
Y es entonces cuando te caen kilos de ropa encima. ¿Qué ropa? La que estaba secándose en el tendedero, guap@, ¡qué ya se ha secado y pide a gritos una plancha!
Dos, tres, cuatro días después consigues ponerte al día en casa, pero resulta que ir a trabajar ocho horas seguidas es peor que escalar el Everest, y pasa la semana y no te da tiempo a ver a toda esa gente, hay vestidos que siguen arrugados y la nevera no ha mejorado mucho.
Ahora, eso sí, te sabes las nuevas tendencias al dedillo, porque has recorrido Mango, Zara, Massimo Dutti y muchas otras tiendas con tu recien adquirido y nuevo corte de pelo y unas cejas que te dan un toque muy, muy interesante.
De repente, en un abrir y cerrar de ojos, te das cuenta de que se acaba lo bueno. Te ves a ti mismo doblando ropa como un poseso, haciendo maletas y preguntándote cómo hace unos días todas esas cosas cabían en un hueco tan minúsculo.
Sí, ese es el primer síntoma de que se terminan las vacaciones.
Tras unas horas en coche, aeropuertos, autobuses o trenes, te sorprendes abriendo la puerta de tu casa y de repente un bajón te recorre las entrañas, y el moreno se reduce exactamente a la mitad. Curioso, ¿no?
Creo que el moreno se almacena justamente al lado de esos calcetines desemparejados que nunca jamás volverán a aparecer, en un lugar secreto que todos sabemos que existe pero que nadie sabe dónde está.
En fin, por dónde iba... ¡ah sí! Giras la llave, y se abre la madriguera. Y ale, de repente el invierno llega a tu vida. Sí, porque aunque siga haciendo sol, y queden unos días para sacar la chaquetita, tú vacías las maletas, organizas el próximo cambio de armario, te armas a poner lavadoras (aunque tú pensabas que lo traías todo limpio... sí, sí) y te das cuenta de que ese suelo que nadie, y digo bien, NADIE ha pisado durante no sé cuántos días, ESTÁ SUCIO. Tan sucio como si una manada de roedores hubiese vivido en tu casa este mes, montando raves.
Entre lavadora y lavadora barres, friegas, ordenas, tiras, decides si esa camiseta que no te has puesto en todo el verano (porque ni tan siquiera te la llevaste de vacaciones) se volverá a poner de moda, piensas en la lista de la compra (¡oh sí! el frigorífico parece el Polo Norte) y haces una lista mental de amigos a los que sin falta tienes que ver esta semana, los que pueden esperar, a los que preferirías no volver a ver, y de cómo cuadrar tu horario con la cita del dentista que has pospuesto cuatro veces, por no hablar de esa depilación de cejas que NO puede esperar y de la rueda de reconocimiento, inminente, que tienes que hacer cuanto antes al imperio Inditex (que si refresca, a ver qué te pones).
Y es entonces cuando te caen kilos de ropa encima. ¿Qué ropa? La que estaba secándose en el tendedero, guap@, ¡qué ya se ha secado y pide a gritos una plancha!
Dos, tres, cuatro días después consigues ponerte al día en casa, pero resulta que ir a trabajar ocho horas seguidas es peor que escalar el Everest, y pasa la semana y no te da tiempo a ver a toda esa gente, hay vestidos que siguen arrugados y la nevera no ha mejorado mucho.
Ahora, eso sí, te sabes las nuevas tendencias al dedillo, porque has recorrido Mango, Zara, Massimo Dutti y muchas otras tiendas con tu recien adquirido y nuevo corte de pelo y unas cejas que te dan un toque muy, muy interesante.
Feliz vuelta al cole, amig@s ;)
La Casita de Manderley está lista para recibiros.
9 comentarios:
jajajaja... pintándolo como lo pintas no entran ganas de irse... por que la vuelta es mortal....jajajaja.
Yo todavía sigo disfrutando de días de sol, pero mí el verano aún no se ha acabado.
Un beso fuerte y bienvenida.
Muak
Moi Coquette
al fin has vuelto!!!!!
un post genial (como todos tus posts!!!). me he reído mucho.
bienvenida!!!!!
un besazo
El Rincón de Vega
al fin has vuelto!!!!!
un post genial (como todos tus posts!!!). me he reído mucho.
bienvenida!!!!!
un besazo
El Rincón de Vega
La verdad es que tienes madera de escritora.Me ha encantado tu relato de vuelta a casa después de las vacaciones; refleja perfectamente lo que sentimos todas(creí que era yo sola, ajjjaaj).Bsinss:)) y muchas gracias por pasarte por mi blog.
Me he partido de risa porque dices verdades como templos!!! Que bien que hayas vuelto!!! saludos guapi!
No te quejes que tienes mucha suerte: has podido ir de vacas y encima tienes trabajo, dos cosas hoy en día de lujo, ja ja ja, yo no tengo ninguna. Un abrazo.
Tranquila mujer, nos pasa a todos. Yo tambien creo que el moreno se guarda en el cajon de los calcetines y también en el de las horquillas de pelo desaparecidas¡¡ me encanta tu cabecera pero ahora me apetecen gominolas¡¡
Jajaj buena crónica del regreso ;D
Ayyyyyyyyyy! Qué noooo! Que no quiero que se acabe el veraninchiiiii, el mar, la arena, el soleteeeee.... Ayyyy... Bueno, menos mal que esto es un oasis maravilloso!
Bsss y feliz septiembre!
www.clubmujeresreales.blogspot.com
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